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Las campañas terminan, los discursos se enfrían, y las realidades territoriales imponen sus propias reglas. Quienes tienen experiencia en la vida pública lo saben: muchas veces es necesario sentarse a la mesa con quienes ayer pensaban distinto, con quienes alguna vez se enfrentaron o incluso con quienes no compartieron ni una palabra. No por oportunismo, sino porque el escenario cambia, las urgencias sociales se acumulan, y el objetivo común, mejorar la calidad de vida de la gente, siempre está por encima de las diferencias personales o partidarias.

Frente a estos desafíos, hay una idea que cobra fuerza entre quienes apuestan por una política más pragmática, menos sectaria y más constructiva: La Tabula Rasa. Se trata de una forma de encarar los vínculos políticos desde una hoja en blanco, sin rencores, sin prejuicios, sin pasar factura. Es una herramienta de construcción que prioriza la posibilidad de avanzar sobre los acuerdos antes que seguir estancados en los desacuerdos.

Esta lógica no desconoce las trayectorias, los errores ni las diferencias. Pero reconoce algo fundamental: ninguna transformación profunda se hace en soledad, y en contextos fragmentados como los nuestros, la capacidad de convocar a otros, incluso a quienes vienen de caminos distintos, es una fortaleza, no una debilidad.

La Tabula Rasa, cuando se aplica con inteligencia y principios claros, permite abrir espacios reales de colaboración, sumar voluntades dispersas, y articular proyectos colectivos que trasciendan los sellos o las lealtades de coyuntura. A continuación exploramos un poco mas sobre este tema desde una visión general sin atribuir a ningún partido o bandera política.  Comenzamos!

¿Qué es la Tabula Rasa?

El concepto de Tabula Rasa proviene de la filosofía de John Locke, quien sostenía que las personas nacen sin ideas innatas, y que todo conocimiento proviene de la experiencia. Aplicado a la política, este principio ha sido reinterpretado como la idea de “empezar desde cero”, es decir, sin prejuicios, sin rencores del pasado y sin vetos ideológicos que impidan la construcción colectiva.

En un sistema donde los clivajes ideológicos, los enfrentamientos históricos y las disputas personales tiñen cada decisión, aplicar el enfoque de la Tabula Rasa implica una apertura valiente y pragmática para sumar a nuevos actores, aún si antes estuvieron en espacios distintos o fueron adversarios.

Borrón y nueva alianza: el poder de la Tabula Rasa en la construcción política

¿Cómo se usa la  Tabula Rasa en política?

Hoy muchos espacios políticos apelan a este enfoque para invitar a dirigentes, referentes barriales, militantes o incluso exfuncionarios de otras gestiones. El mensaje es claro: no importa de dónde venís, sino hacia dónde vamos. Esta lógica rompe con el purismo político que paraliza la acción colectiva y fomenta una cultura del encuentro por encima de la cancelación.

Aplicar la Tabula Rasa de manera responsable no significa olvidar el pasado, sino reconocer que las personas pueden cambiar, evolucionar, aportar desde otra mirada. También implica asumir que muchas veces el sistema político margina o estigmatiza a quienes alguna vez se equivocaron, olvidando que la política necesita más puentes que murallas.

Beneficios de una estrategia basada en Tabula Rasa

  1. Ampliación real de bases políticas: Permite sumar a quienes no encontraban espacio en estructuras cerradas o dogmáticas.

  2. Renovación sin exclusión: Favorece el ingreso de nuevos perfiles sin imponer una revisión ideológica de su pasado.

  3. Construcción de confianza: Transmite un mensaje de madurez política, donde el diálogo y la colaboración se priorizan sobre las viejas rencillas.

  4. Adaptación al contexto social: Hoy la ciudadanía valora más los resultados y la ética del presente que la biografía partidaria.

  5. Resiliencia organizativa: Espacios que integran diversidad de trayectorias son más ricos en soluciones, ideas y representatividad.

¿Y los riesgos?

Como toda estrategia, también hay riesgos. La Tabula Rasa mal entendida puede dar lugar a oportunismos, a la pérdida de identidad del espacio, o a incoherencias entre discurso y práctica. Por eso, es importante establecer ciertos acuerdos mínimos: valores compartidos, compromisos de trabajo y límites éticos que no se negocian.

No se trata de abrir las puertas sin criterio, sino de abrirlas con conciencia política, convencidos de que el país necesita sumar más gente buena a la política, no más pureza ideológica sin resultados.

Borrón y nueva alianza: el poder de la Tabula Rasa en la construcción política

Reflexión final

En tiempos de desencanto y polarización, construir desde la Tabula Rasa puede ser un gesto audaz que convoque a lo mejor de cada persona, sin que su historia sea un obstáculo. Es invitar a pensar juntos una nueva hoja en blanco para escribir otro capítulo de la política, uno donde más actores puedan ser parte, aportar y transformar.

Porque cuando se empieza desde el respeto, el diálogo y una visión común de futuro, no hace falta mirar tanto el pasado.

Abajo al final del post, te dejo algunas sugerencias interesantes para que puedas ampliar conocimientos. Nos leemos en el próximo artículo. ¡Hasta pronto!

JDM

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Créditos de imagen: Freepik.

Fuentes útiles: 

Tabula Rasa – John Locke.

Empirismo – Wikipedia.

Ensayo sobre el entendimiento humano – John Locke.